El amortiguador es un elemento vital de seguridad para nuestro automóvil, tan importante como los propios frenos o la dirección. Si no fuera por los amortiguadores, las ruedas se elevarían del suelo junto con la carrocería, perdiendo el contacto con la superficie. El amortiguador empuja el vehículo hacia el suelo obligándolo a mantenerse pegado a él.
Este es uno de los elementos que no precisan mantenimiento, pero sí revisiones periódicas para comprobar su estado y detectar anomalías. La vida útil de un amortiguador se sitúa en torno a los 50.000 kilómetros, pero no es una medida exacta, ya que depende del estado de las vías por las que se transite y del estilo de conducción. Si conducimos por caminos rurales y llenos de baches o paseamos por pistas forestales todos los fines de semana deberíamos de revisarlos por lo menos una vez al año.
Normalmente, el deterioro es progresivo, el conductor no lo nota y se va acoplando a las nuevas características de conducción del vehículo; por lo que no apreciamos los cambios que están sucediendo. Pero hay síntomas que nos indican que están en mal estado.
Si nos vibra el volante puede ser por dos motivos: que tengamos os neumáticos mal alineados (esta vibración se da generalmente en una franja de velocidad concreta) o que nos vibre siempre. Si es así seguramente nuestros amortiguadores estarán en mal estado.
Las consecuencias de unos amortiguadores en mal estado son generalmente: el alargamiento en la distancia de frenado, incluso con ABS nuestro coche aumenta casi el doble al distancia.En este caso no podremos evitar los golpes por alcance. También la disminución de estabilidad en las curvas, del confort y de la capacidad de tracción; el coche le cuesta mas salir.
Es importante recordar que los amortiguadores siempre se deben sustituir en pareja ya que si cometemos el error de sustituir solo uno quizás sea peor el remedio que la enfermedad.
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